El Proyecto Djehuty, misión arqueológica española dirigida por José Manuel Galán, del CSIC descubre un ataúd con una momia mujer de unos 15 o 16 años enterrada con dos pendientes, dos anillos y cuatro collares, uno de ellos de gran valor
En esta 19ª campaña del proyecto ha desenterrado también un pequeño ataúd con una figurilla momiforme de madera
El ataúd fue tallado en un solo tronco de árbol, probablemente sicomoro. / JOSÉ M. GALÁN
Unos metros delante del patio de entrada a la tumba-capilla de Djehuty (TT 11), junto a una pequeña capilla hecha en adobe del año 1600 a. C., se halló un ataúd antropomorfo pintado de blanco, aproximadamente de la misma época que la capilla, es decir, de la dinastía 17. El ataúd fue tallado en un solo tronco de árbol, probablemente sicomoro, y mide 1,75 x 0,33 m. Al parecer, el ataúd había sido abandonado sobre el suelo por saqueadores de tumbas en época antigua. A pesar de ello, el ataúd había sido dejado con cierto cuidado y sin abrir.
En el interior descansaba sobre el costado derecho la momia de una joven de unos 15 ó 16 años y 1,59 de altura. La técnica de momificación no era muy sofisticada en esta época, y momia se encontraba en un estado de conservación bastante precario.
Tras realizar una radiografía a la momia dentro de su ataúd, se descubrió que llevaba dos pendientes en la oreja izquierda y dos anillos, uno de hecho de hueso y otro de vidrio azul con un engarce y un cordel alrededor del dedo.
Sobre el pecho se habían colocado formando un pequeño montón cuatro collares de entre 61 y 70 centímetros de longitud. Dos de ellos están hechos con cuentas de fayenza de distintos tonos de azul. Un tercero combina cuentas de fayenza con cuentas de vidrio verdes. El cuarto es el más elaborado y valioso, pues está formado por 74 piezas de distintas formas talladas en amatista, cornalina y otras piedras semi-preciosas que todavía no han sido identificadas, además de vidrio, y siete amuletos de fayenza… Un halcón de ámbar, representando al dios Horus, parece haber sido la figura central, flanqueado por dos escarabeos.
Dos pendientes, dos anillos y cuatro collares encentrados en el ataúd. / JAVIER TRUEBA
Sorprende la riqueza del ajuar para una persona tan joven y con un ataúd relativamente modesto. Cabe recordar que en esta zona de la necrópolis se hicieron enterrar al menos tres reyes de la dinastía 17 y, junto a ellos, algunos miembros de sus familias y de los cortesanos de la época residentes en Tebas. A escasos metros, la misión española ha hallado varias inscripciones y piezas del equipamiento funerario del hijo del rey Intefmose; figurillas de madera (denominados “shabtis”) y telas de lino con el nombre del hijo del rey Ahmose; además de un espléndido ataúd antropomorfo tipo “rishi” (con plumas pintadas en la tapa) de un personaje llamado Neb.
En el yacimiento se han hallado hasta la fecha una docena de ataúdes dejados sobre el suelo sin protección alguna, algo inusual, y además, el porcentaje de enterramientos infantiles y de mujeres es también más elevado que en otras partes de la necrópolis.
Un pequeño ataúd dedicado a Djehuty
Si bien a un lado de la capilla de adobe se descubre el ataúd de una chica de 15 ó 16 años olvidado por los saqueadores, al otro lado hallamos un pequeño ataúd de barro, de 22 x 12 x 15 cms., que todavía conservaba anudada la cuerda con la que se pretendía que permaneciera cerrado. En su interior, se había depositado una figurilla humana en madera y envuelta en cuatro vendas de lino anudadas por el cuello y los tobillos. Las cuatro telas son distintas y una de ellas lleva una inscripción en horizontal, escrita en tinta negra y caracteres cursivos (“hierático”) que identifica al propietario como “El Osiris, Djehuty”. Esa misma “etiqueta” se escribió en vertical sobre la parte delantera del cuerpo de la figurilla momiforme. Djehuty era un nombre relativamente popular entre el año 1600 y 1400 a. C. En este caso, la datación debe situarse e torno al año 1600 a. C., es decir, más de cien años antes que el personaje que da nombre al proyecto y que se hizo enterrar en una gran tumba no muy lejos del lugar de hallazgo del pequeño ataúd y su momia miniatura. La tumba o la capilla a la que debe asociarse éste último es todavía una incógnita.
Sandalias, bolas de cuero y objetos de metal
En la misma zona del yacimiento, en el denominado Sector 10, al suroeste del patio de entrada a la tumba-capilla de Djehuty (TT 11), pero esta vez dentro de un pozo funerario, hallaron en la campaña pasada de 2019 un par de sandalias de cuero teñidas de cuero y con la decoración repujada, incluyendo una pareja de gatos, cabras Ibex, una roseta, la diosa hipopótamo Toeris/Taweret y la figura del dios Bes. Por su tamaño y la presencia de dos divinidades asociadas a la gestación y parto, las sandalias podrían haber pertenecido a una mujer que debió vivir en torno al año 1600 a. C. Justo debajo de las sandalias había una pareja de bolas de cuero rellenas de cáscara de cebada y unidas entre sí por un cordel. Podrían haber formado parte también del equipamiento funerario de una mujer, pues a través de las representaciones plásticas en tumbas casi contemporáneas los juegos con bolas parecen haber sido más comunes entre mujeres.
Par de sandalias de cuero con decoración repujada y teñidas de rojo, ca. 1600 a. / JAVIER TRUEBA
De una época posterior, de la dinastía 22, en torno al año 900 a. C., se han hallado dentro del cuerpo de dos momias que habían descuartizadas y abiertas violentamente por los saqueadores en época antigua, dos objetos de metal. Paradójicamente, lo que buscaban con mayor ansia los ladrones, que era el metal y las piedras semi-preciosas, fue los que no vieron por actuar demasiado rápido y con muy poca iluminación. Uno de los cuerpos conservaba todavía en su lugar una placa de estaño con el Ojo de Horus grabado en una delas caras.
La plaza se había colocado en la incisión lateral a través de la cual se evisceraba al cuerpo del difunto para luego rellenar el abdomen con lino, natrón y arena. El Ojo de Horus supuestamente protegería el cuerpo evitando que entrara la putrefacción. El estaño era en aquella época un metal valioso por ser muy escaso, y son muy pocas las placas de este tipo que han sido halladas in situ.
En el segundo cuerpo se había colocado en el lugar del corazón, un puñado de tierra amarillenta, ocre, y sobre este se había colocado un collar de ocho plaquitas de plata recubiertas de oro. El collar había pasado desapercibido a los ladrones porque sobre él los encargados de la embalsamación derramaron resina ennegreciendo así el oro. Las ocho plaquitas llevan cada una grabado un amuleto que, supuestamente, protegería de distintos males a quien lo llevara al cuello: el Ojo de Horus, el nudo de Isis, el pilar-Djed, el corazón, el escarabeo Khepri, la serpiente Djed, el buitre Nekhbet y el collar usej. En la mesa de restauración, tras limpiar de resina las plaquitas, el collar volvió a brillar como antaño.
Instalación de la réplica de un jardín funerario
Durante la 16º campaña de 2017 se encontró a la entrada de una gran tumba del año 2000 a. C. aproximadamente, un jardín funerario, de 3 x 2,3 m, construido en barro y adobe. Cada uno de los cuadrados en que se dividía su interior conservaba los restos botánicos de las plantas que en ellos se plantaron hace 4000 años. Después de su excavación y minucioso estudio, se llevó a cabo la consolidación de su estructura, pero, inevitablemente, debido a su fragilidad, debía permanecer oculto para su protección y conservación. Como se trata del único jardín funerario bien conservado y documentado hasta la fecha, gracias a la financiación del American Research Center in Egypt (ARCE–USAID), se realizó una réplica exacta del jardín en Madrid, en colaboración con Factum Arte y la trasladaron a Egipto.
Dentro de un par de años los visitantes que se acerquen a disfrutar de la decoración interior de la tumba-capilla de Djehuty (TT 11) y de su vecino Hery (TT 12), podrán contemplar, en su lugar, al menos la réplica del jardín funerario del año 2000 a. C. Con el montaje de la réplica del jardín en su sitio posibilitamos la conservación del original, sin privarle a la necrópolis de una de sus estructuras más significativas.
Réplica del jardín funerario instalada sobre el original./ JAVIER TRUEBA
El Proyecto Djehuty tiene como objetivo la excavación, restauración y publicación de una zona de la necrópolis de la antigua Tebas, en la orilla occidental de Luxor, en Egipto. La iniciativa toma su nombre de Djehuty, supervisor del Tesoro y de los trabajos artesanos de la reina Hatshepsut, una de las pocas mujeres que ejerció de faraón en el antiguo Egipto y cuyo reinado se extendió durante 22 años en la dinastía XVIII, en torno al año 1470 a. C. Los trabajos arqueológicos y de restauración se centran también en la vecina tumba de Hery, fechada alrededor de 50 años antes.
La campaña de excavación ha contado con el apoyo y la ayuda financiera del Ministerio de Cultura y Deporte, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y, además, con el patrocinio de Técnicas Reunidas, la Fundación Palarq y casi 300 mecenas, que hicieron sus aportaciones a través de una plataforma online de crowdfunding.
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