Las ferias y los santuarios con carácter funerario son dos de los espacios a destacar, situados en puntos estratégicos del paisaje que facilitan el contacto
Así se constata en un artículo publicado en la revista World Archaeology, basado en los trabajos arqueológicos que se desarrollan en Somalilandia
Cementerio medieval en la feria de Siyara. © Proyecto Arqueológico de Somalilandia, 2018.
La sociabilidad es un aspecto clave en los humanos, pero aún más en contextos difíciles como las estepas y desiertos, donde los recursos son muy limitados y la densidad de población bajísima. En estos casos, establecer redes de alianza, apoyo e intercambio es fundamental para la supervivencia. Y esas redes se tejen a partir de unos determinados puntos en el paisaje.
En este sentido, durante el segundo milenio d.C. existían ya varias rutas de peregrinación y trashumancia en el Cuerno de África a lo largo de las cuales se ubicaban sitios clave para el comercio, caso de las ferias y estaciones caravaneras, y para las actividades rituales, misión que cumplían los santuarios de carácter funerario. Así se constata en un artículo publicado en la revista World Archaeology, que tiene como base los trabajos de investigación realizados en el marco del Proyecto Arqueológico en Somalilandia – Somalia, efectuado por el Instituto de Ciencias del Patrimonio (INCIPIT), CSIC, Santiago de Compostela, dirigido por el Dr. Alfredo Ruibal-González, que cuenta con el apoyo económico de la Fundación Palarq.
“En un entorno hostil como la estepa de Somalilandia, este tipo de rutas facilitaban el movimiento en el paisaje y las relaciones entre clanes dispersos”, comenta el Prof. Ruibal-González. Esto sucede con el apogeo de las sociedades nómadas en el Cuerno de África durante el primer e inicios del segundo milenio d.C., en el momento en que se consolida la sedentarización en la zona.
Esto se debe a dos motivos, según explica el Dr. Alfredo Ruibal-González: “Uno, el entorno de Somalilandia, que es desértico y el pastoreo nómada es la estrategia económica que mejor se adapta a esta realidad. Y, dos, el movimiento permite a los pastores entrar en contacto con distintos nichos ecológicos y con distintos grupos, con lo cual forman parte de redes comerciales a media y larga distancia”.
El estudio se ha podido llevar a cabo gracias a la conservación de los sitios arqueológicos en Somalilandia, que es excepcional y el ambiente desértico permite localizar yacimientos fácilmente porque la gran mayoría de las estructuras son visibles en superficie. “Sin necesidad de excavar, uno puede identificar todos los elementos arquitectónicos relacionados con actividades rituales, por ejemplo. Y donde no hay restos monumentales, como en las ferias y mercados, los materiales son tan abundantes en superficie (cerámicas de importación, frascos de perfume, cuentas, brazaletes) que es muy fácil identificar los yacimientos, así como su función comercial y de lugar de encuentro”, puntualiza el Prof. Ruibal-González.
Cerámica china y persa de la feria de Siyara. © Proyecto Arqueológico de Somalilandia, 2018.
Además, se cuenta con las referencias escritas donde se habla de pastores nómadas desde el siglo I d.C. y una información etnográfica muy rica, que permite a los científicos avanzar interpretaciones que en otros contextos serían pura especulación. “A tenor de las fuentes disponibles, los movimientos nómadas no parecen haber cambiado esencialmente en los últimos dos mil años, por ejemplo. Y las descripciones que poseemos de ferias y santuarios en el siglo XIX y XX encajan perfectamente con el registro arqueológico para el año 1000 d.C., asegura el mismo Profesor.
En el artículo también se constata que todos los espacios de encuentro, sean ferias o santuarios, se localizan en puntos estratégicos del paisaje que facilitan el contacto. Se trata de lugares en la costa junto a la desembocadura de ríos estacionales (que son las principales rutas de comunicación en la zona), en puertos de montaña, o en rutas naturales óptimas, es decir, aquellas que permiten ir de un lado a otro más rápidamente y con el menor esfuerzo. En un entorno desértico, los lugares que reúnen las condiciones para convertirse en puntos de encuentro no son tantos.
Respecto a las construcciones, los santuarios son monumentales: tienen grandes túmulos de piedra donde se enterraba la gente, dispuestos a lo largo de las principales rutas que siguen los nómadas. En cambio, en el caso de las ferias no existen prácticamente estructuras permanentes. “La gente vivía en tiendas. Este es un rasgo único de Somalilandia: que el comercio a larga distancia se articula a través de espacios de encuentro efímeros, sin desarrollarse como ciudades, al contrario que en otras zonas”, asegura el Dr. Alfredo Ruibal-González.
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