En estos primeros meses del año se han llevado a cabo los trabajos de campo en el Lecho II de la Garganta de Olduvai, en los que colabora la Universitat Autónoma de Barcelona, El Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), el Institute of Archaeology de la University College London (UCL), Indiana University, Tanzanian Antiquities y la Fundación Palarq.
Hemos trabajado en el yacimiento de Frida Leakey Korongo West(FLKW), que se sitúa en un marco radiométrico de 1’5 millones de años, cuando los Homo erectus habitaban estos paisajes.
Se ha abierto una amplia superficie (20 m2), para profundizar en detalle sobre las actividades que H. erectus desarrollaba en estos paisajes, antiguamente dominados por llanuras de ríos y lagunas someras. Nuestro trabajo ha permitido descubrir densas acumulaciones de huesos de distintos mamíferos dispuestos entre las herramientas líticas que fabricó y utilizó H. erectus.
Entre los distintos restos, destacan abundantes restos de hipopótamo con numerosas trazas de descarnado, siendo la prueba evidente de que fueron consumidos por los homininos. El estudio del registro arqueológico descubierto esta campaña permitirá conocer cómo los homininos obtenían estos recursos cárnicos. Dichos recursos podrían obtenerse a través de un enfrentamiento directo con estos agresivos animales (que actualmente causan alrededor de 3000 muertos al año), o bien de un modo menos épico, mediante el carroñeo de las carcasas de hipopótamos encontrados muertos.
En cualquiera de los dos casos, la carne aportaría las proteínas básicas y necesarias para el mantenimiento del grupo y, sobre todo, para el desarrollo del cerebro, ya que con el H. erectus nos encontramos ante un hominino con capacidad cerebral significativa, de aproximadamente 1000 centímetros cúbicos de volumen. No hemos de olvidar que el cerebro es una de las partes de los homininos que más energía requiere para su mantenimiento cotidiano, y constituye lo que, en gran medida, nos ha llevado hasta nosotros mismos, los humanos modernos.
En el lugar excavado, hemos encontrado evidencias de que estos homininos explotaron materia prima del entorno, para tallar las herramientas que usaron para descarnar los animales. Las herramientas fabricadas se caracterizaban por filos suficientemente cortantes como para descarnar las masas musculares de estos imponentes animales.
Cuando los homininos accedían a carcasas de animales ya muertos o cazados por otros depredadores, el hecho de disponer de un objeto lítico adecuado para poder romper el hueso y consumir los últimos restos de médula o de carne residual suponía una enorme ventaja a nivel adaptativo y evolutivo.
Es por ello que la mayor parte de los huesos que encontramos en la excavación están fracturados de forma intencionada, pudiendo estudiar los patrones de fracturación que llevan a cabo estos homininos.