Nuestro proyecto de análisis se centró en la Mámoa Nº4 del yacimiento de Guidoiro Areoso (A Illa de Arousa, Pontevedra, Galicia).
Se trata de un dolmen que fue excavado por la empresa TOMOS S. A. en el año 2017, revelando un contexto excepcional dentro del panorama megalítico del NW de la Península Ibérica, para saber más: https://guidoirodixital.wordpress.com
Vista general del túmulo 4 de Guidoiro Areoso desde el Este. Puede observarse el acceso y la cámara de enterramiento y la coraza del túmulo, después de haber sido retirados los diferentes niveles de basurero (cuncheiro). Fotografía de TOMOS SL
Se trata de un monumento que se construyó a mediados del IV milenio BC y que fue reutilizado hasta el 900-800 BC por distintas comunidades prehistóricas que dieron al megalito diferentes significados (lugar de enterramiento, lugar de festejos asociado al banquete, lugar de reunión, etc…). Destaca por la gran cantidad de cerámica, 145 recipientes, muy bien conservada y poco removida de su lugar original, ya que no hay alteraciones en época histórica.
Tras analizar estos recipientes por medio de métodos arqueológicos y análisis inorgánicos, creímos necesario completar este estudio con una caracterización molecular de la materia orgánica contenida en la cerámica para completar la información en relación con:
- Su función: ¿Para qué utilizaban estos recipientes estas comunidades? ¿Eran recipientes que contenían alimentos? Y, de ser el caso, ¿Qué comían los distintos grupos que utilizaron el monumento durante toda la prehistoria?
- La contaminación externa que puede afectar a los recipientes después de su abandono. ¿Podemos ver muestras evidentes de contaminación? El peso de estas señales moleculares sobre las muestras nos podrían dar una respuesta
- Y, la fabricación de estas vasijas. ¿Cuánto peso tienen los elementos orgánicos dentro de la fabricación de cerámica prehistórica? ¿Qué tipo de elementos orgánicos (plantas y semillas p. ej.) se utilizaban?
Siguiendo estas preguntas de investigación, pudimos identificar la presencia de tres tipos de compuestos mayoritarios mediante pirolisis analítica.
Representación del procesado de los datos de caracterización molecular mediante pirólisis analítica, mostrando el equipo (pirolizador Pyroprobe, cromatógrafo de gases y espectrómetro de masas de Agilent), un cromatograma de materia orgánica en cerámica principalmente pirogénica (izq.) y un cromatograma con abundancia de ácidos grasos (dcha.)
En primer lugar, una señal de ácidos grasos. A priori, estos compuestos pueden facilitar información sobre alimentos cuyos vestigios se habrían preservado de alguna forma en los fragmentos de cerámica. Sin embargo, en el caso de las muestras analizadas, esta asignación se ve dificultada por la presencia de ácidos grasos de origen bacteriano que impiden identificar adecuadamente la señal de los ácidos grasos producto de los alimentos; lo cual limita su interpretación en términos de paleodieta.
El segundo grupo corresponde a compuestos nitrogenados. En este caso, son productos que parecen corresponder a plancton marino (ex situ), debido a la proximidad del yacimiento al mar, acompañados de productos de biomasa microbiana – muy probablemente derivados de una alta actividad bacteriana en los cuncheiros (in situ). Las diferencias relativas entre fragmentos cerámicos en el contenido de compuestos con nitrógeno y ácidos grasos parecen estar relacionadas con su posición en los depósitos arqueológicos: las muestras procedentes de depósitos con elevada influencia marina (indicios de restos de moluscos, posición topográfica baja, etc.) tienen una mayor abundancia de proteína bien preservada, mientras que las cerámicas recuperadas en zonas “activas” de los cuncheiros están enriquecidas en lípidos bacterianos.
El tercer componente detectado es materia orgánica de origen pirogénico (benzonitrilo, compuestos poliaromáticos, etc.), es decir, moléculas marcadoras de restos orgánicos carbonizados. El análisis cuantitativo del color de las cerámicas, en especial la luminosidad (L*), mostró una buena correlación con su abundancia; lo que se explica por el fuerte efecto pigmentante de los mismos. Estos productos suelen atribuirse a la presencia de restos carbonizados procedentes, por un lado, de alimentos (normalmente en la superficie de la pieza cerámica) y, por otro, de restos de combustión incompleta de aglutinantes y desgrasantes orgánicos, como la paja (presentes en la matriz de las piezas). Esta última fuente suele ser dominante en cerámica cocida a baja temperatura, con tiempos de cocción demasiado cortos o con cocciones incompletas.
Ajuar funerario recuperado en el interior de la cámara: un cuenco ‘tipo Penha’ con decoración reticulada del Neolítico Final acompañado de piezas líticas. Fotografía de TOMOS SL
Otros componentes orgánicos que revelan aspectos de la elaboración de la cerámica y/o influencias pos-deposicionales son los que contienen fósforo (posible adición de hueso) o azufre, las cutículas vegetales, y la lignina. La lignina es de gran importancia porque indica la presencia de restos de plantas vasculares. Puede proceder tanto de restos de plantas que crecieron en el yacimiento tras su abandono, como de restos de desgrasantes utilizados en la fabricación de la cerámica, o de restos de fibra alimenticia. Es interesante resaltar que el contenido de lignina vegetal fue más elevado en las cerámicas de la Edad de Bronce y que estos compuestos están ausentes en las cerámicas del Neolítico, mostrando que su proceso de amasado y preparación fue diferente.