El origen y evolución cultural de Homo erectus en África oriental es un proyecto liderado por el Dr. Ignacio de la Torre del Laboratorio de Arqueología del Pleistoceno, Instituto de Historia, Consejo Superior de Investigaciones Científicas
La garganta de Olduvai en Loc 14 (Olduvai, Tanzania). Crédito: Laboratorio de Arqueología del Pleistoceno-CSIC
La transición del Olduvayense al Achelense y su relación con la evolución del Homo habilis al Homo erectus es uno de los temas más debatidos en la Paleoantropología moderna. El Achelense fue la primera cultura humana en difundirse ampliamente por el Viejo Mundo, y perduró durante 1,5 millones de años (Ma). Estas implicaciones mundiales han estimulado en los últimos años la inversión de muchos esfuerzos para rastrear al primer Achelense, y actualmente las pruebas sitúan los orígenes de esta tecnología en África oriental en 1,76-1,6 Ma. Sin embargo, los procesos biológicos y culturales que condujeron al surgimiento del Achelense todavía no se conocen bien.
La aparición del Achelense se ha vinculado tradicionalmente a los orígenes de una nueva especie humana, el Homo erectus, mientras que el Olduvayense se asoció al Homo habilis. No obstante, las evidencias actuales indican que el Homo erectus pudo haber evolucionado antes de las primeras herramientas achelenses, y que el Homo habilis perduró en África oriental cientos de miles de años tras el surgimiento del Achelense. Por lo tanto, en la actualidad no son obvios los vínculos causales entre la aparición de una nueva especie, Homo erectus, y el surgimiento del Achelense como tecnología, y su relación con la extinción de Homo habilis y la desaparición de la cultura Olduvayense.
Remontaje de un bifaz achelense en Mieso, Etiopía. Crédito: Laboratorio de Arqueología del Pleistoceno-CSIC
Apenas se conocen el nicho ecológico ocupado por los primeros fabricantes de herramientas achelenses y las estrategias de adquisición de alimentos en las que basaban su subsistencia. Los estudios paleobiológicos de los fósiles humanos sugieren que Homo erectus ocupaba ambientes más abiertos y áridos, y que su nicho ecológico era más amplio y diverso que el del primer Homo.
Respecto a sus estrategias de subsistencia, el debate sobre si los primeros miembros del género Homo eran cazadores o carroñeros se basaba esencialmente en el comportamiento de los homínidos del Olduvayense. Sin embargo, las pruebas arqueológicas de estas inferencias son aún escasas y se necesitan más datos empíricos para reconstruir el registro paleoecológico y las estrategias de subsistencia de los primeros grupos achelenses.
En la última década hemos trabajado y publicado yacimientos olduvayenses y achelenses en Etiopía, Kenia y Tanzania, y los objetivos del proyecto prevén continuar los trabajos en los tres países durante los próximos años.
El grueso de las actividades de investigación que se llevan a cabo actualmente se concentran en los yacimientos de Olduvai en Tanzania (donde el IP lleva dirigiendo excavaciones desde 2009) y en Mieso (una nueva secuencia paleoantropológica en Etiopía en la que el IP dirige trabajos desde hace una década).
Los trabajos de campo incluyen excavaciones arqueológicas, prospecciones y estudios estratigráficos y geoquímicos. El trabajo de campo tiene por objeto cumplir objetivos diacrónicos, y paleoecológicos. Estamos aplicando enfoques complementarios, que van desde la excavación de yacimientos individualizados hasta el estudio del paisaje, donde la realización de sondeos en diferentes posiciones crono-estratigráficas y entornos nos está ofreciendo una visión regional de la garganta Olduvai entre 1,6-1,5 Ma, y de Mieso entre 0,5 y 0,2 Ma.
Excavaciones en el yacimiento achelense de EF-HR, en Olduvai (Tanzania). Crédito: Laboratorio de Arqueología del Pleistoceno-CSIC
En el marco de este proyecto de investigación, en el que junto al CSIC participan otros centros españoles (CENIEH, UAB) y extranjeros (University College London, Indiana University y Museo de Ciencias Naturales de Berlín, entre otros), la Fundación Palarq está apoyando nuestro trabajo en uno de los yacimientos que excavamos en Olduvai. La garganta de Olduvai contiene una de las secuencias paleoantropológicas con más relevancia científica de todo el Viejo Mundo, al haber servido para la definición de culturas como el Olduvayense y especies humanas como Homo habilis y Paranthropus boisei. Posee, además, una de las secuencias arqueológicas olduvayenses más espectaculares hasta ahora conocidas, y algunos de los primeros yacimientos achelenses en todo el registro mundial.
Las excavaciones avaladas por la Fundación Palarq se están realizando en el yacimiento de Loc 14, en la parte oriental de Olduvai. Descubrimos este yacimiento en 2014, y recientemente realizamos sondeos para evaluar su potencial, observando que el conjunto expuesto incluye una significativa cantidad de fósiles de mamíferos bien preservados. Los artefactos líticos incluyen lascas de cuarcita con rasgos tecnológicos típicos de los yacimientos del Achelense inicial en Olduvai. En su conjunto, el yacimiento tiene un potencial sobresaliente para el estudio de la aparición del Achelense en Olduvai, y su vinculación con el origen de Homo erectus en África oriental, que son todos ellos objetivos estructurales del proyecto de investigación.
- Origen y evolución cultural de Homo erectus en África oriental - 11 mayo, 2021
Este texto nos transporta al corazón de la paleoantropología moderna, resaltando un proyecto ambicioso liderado por el Dr. Ignacio de la Torre, cuyo equipo está estudiando cómo Homo erectus y sus primeras culturas evolucionaron en África oriental, particularmente en la famosa garganta de Olduvai en Tanzania.
El proyecto explora cómo el paso del Olduvayense al Achelense marcó una transformación en las herramientas y el comportamiento de los primeros homínidos. Aunque tradicionalmente se ha pensado que esta transición está relacionada con la evolución de Homo habilis a Homo erectus, las nuevas investigaciones cuestionan esta visión simple. Parece que ambos grupos cohabitaron por un tiempo, complicando las teorías sobre la relación entre estas especies y sus culturas.
Uno de los aspectos más intrigantes es el papel de Homo erectus como cazador o carroñero, en un hábitat más árido y abierto que el de sus predecesores. Sin embargo, aún faltan evidencias concluyentes sobre cómo se adaptaron ecológica y culturalmente para sobrevivir en estos entornos cambiantes.