El proyecto “Perduraciones, continuidad y ruptura. Nuevas realidades de desigualdad en la costa ecuatoriana central (ss. XVI-XVII): indicadores arqueológicos y transformaciones medioambientales” se desarrolla en el sector central de la costa ecuatoriana (actual provincia de Manabí) a medio camino entre Lima y Panamá, y a 400 kilómetros de los Andes.
Corría el 26 de septiembre de 1526, cuando el barco comandado por Bartolomé Ruiz, el piloto más experimentado de la primera expedición pizarrista, encontró frente a la costa del Cabo Pasado una balsa en la que navegaban 18 personas. Las mercancías que llevaban impresionaron a los españoles, no solo por la presencia de metales preciosos, sino por el amplio conjunto de productos entre los que destacaban dos: mantas de lana y algodón y, especialmente, conchas marinas, el conocido Spondylus o mullu. Era la primera buena noticia que los conquistadores españoles recibían desde su salida de Panamá en noviembre de 1524. Atrás había quedado la pérdida de parte del contingente por el hambre, las enfermedades y la larga marcha e intentos de desembarco en las costas colombiana y el Norte de la del actual Ecuador en los que, tanto Pizarro como Almagro, estuvieron a punto de morir.
¿Pero quiénes eran estos marineros de una embarcación hecha de cañas tan gruesas como postes? En realidad, se trataba de comerciantes-mercaderes que desde el centro de la Costa Ecuatoriana (el asentamiento de Salango posiblemente) marchaban hacia el norte. Formaban parte de una cultura que convirtió al Mullu en un elemento de su riqueza y desarrollo, y que se ha denominado a lo largo del siglo XX como sociedad Manteña. La concha spondylus objeto de su riqueza, contó con un profundo componente ritual, desde el origen de las primeras sociedades prehispánicas, convirtiéndose en uno de los productos de intercambio (dinero premonetal) empleado por las élites andinas a lo largo de toda la costa pacífica americana, y que alcanzaba incluso las sociedades Olmecas y Aztecas.
Representación de manteños pescando en el área de la ciudad de Portoviejo. Fuente: Girolamo Benzoni, Historia del Nuevo Mundo (1565).
La cultura manteña tenía una estrecha relación con el mar en un área en la que las primeras fuentes coloniales señalan la notable presencia de peces manta, de donde procede su denominación. Durante el siglo XV su relación con el Imperio Inca fue muy compleja. Aunque mantuvieron gran parte de su independencia frente a la expansión de los pueblos andinos como resultado del control de la producción de Spondylus, y la limitada expansión de éstos en la costa pacífica. Los conquistadores quedaron pronto asombrados por la organización y complejidad de los asentamientos que observaron en la actual costa ecuatoriana entre 1526 y 1530: “Tienen los pueblos muy bien tracados de sus calles, tienen muchos géneros de hortalizas y tienen mucha horden y justicia entre sy; y es gente de mucha polizia”.
Spondylus Princeps. Fuente: Área de Arqueología UAH-INPC
El estudio de la cultura manteña ha permanecido en un segundo plano frente al estudio de otras sociedades andinas. La primera aproximación científica amplia se producirá a principios del siglo XX cuando el arqueólogo norteamericano H. Saville, desembarque en la costa ecuatoriana con el fin de obtener piezas arqueológicas para los museos norteamericanos. Allí localizará el que es considerado uno de los asentamientos centrales: el yacimiento de Cerro de Hojas-Jaboncillo, junto a un importante conjunto de sillas monumentales en piedra. La importancia del hallazgo hizo que el New York Times publicara en septiembre de 1907 una noticia sobre la aparición de “una nueva civilización” en un artículo titulado “A unknown race found in the tropics”, que supuso el primer conocimiento internacional de la Cultura Manteña.
Área Costera Actual de la Rép. del Ecuador. Yacimientos mencionados. Fuente: Área de Arqueología-UAH
En la década de los 50 y 60, los arqueólogos ecuatorianos J. Jijón y E. Estrada caracterizarán la cultura a lo largo del área central de la costa, identificando diversos yacimientos, y profundizando en la idea de la existencia de un estado conformado a partir de varias ciudades, bajo la denominación de la “Liga de Mercaderes”.
Desde el año 2018, un equipo de arqueólogos de la Universidad de Alcalá, dirigidos por Manuel Castro-Priego y Lauro Olmo-Enciso dentro del proyecto “Perduraciones, continuidad y ruptura. Nuevas realidades de desigualdad en la costa ecuatoriana central (ss. XVI-XVII)”, trabaja conjuntamente con el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural del Ecuador (INPC) en el análisis de los cambios sociales y materiales que implicó en el área central de la costa ecuatoriana, la conquista europea durante los siglos XVI y XVII. El proyecto cuenta con el apoyo financiero del Ministerio de Cultura de España, en su programa de Excavaciones en el Exterior y la Fundación Palarq.
Los resultados han sido ya sorprendentes. Durante la campaña de 2018 se realizó una amplia prospección arqueológica del área costera situada al sur de la ciudad Manta, y se iniciaron los trabajos de documentación y excavación en un yacimiento que hasta la fecha permanecía inédito: Ligüiki un enorme asentamiento manteño que se extiende en un acantilado sobre el Pacífico. Las excavaciones iniciadas en el año 2019 en el área central del yacimiento de Ligüiki se han concentrado en la identificación una gran “tola” o edificio sobre elevado, con una cronología manteña tardía (s. XV), que está permitiendo obtener datos sobre cómo se estructuraba la sociedad que se encontraron los españoles. El conjunto arquitectónico, del que todavía no se conoce su planta completa, tiene unas dimensiones de, al menos 500 m² y se accedía a él través de una rampa. Se levantaba sobre un área inmediata urbanizada, en la que también se ha localizado una necrópolis.
Casa-Tola Manteña. Reconstrucción a partir de planta Arqueológica. Yacimiento del Cerro de Hojas-Jaboncillo. Fuente: INPC.
Los arqueólogos españoles han documentado también un enorme complejo pesquero que se extiende por la línea costera, algo más de 6 kms, y que permitía un sofisticado sistema de pesca pasiva. Es lo que se denominan corrales marinos compuestos por terrazas marinas semicirculares, en las que se explotaron diversas especies, en un área que, en la actualidad, como en el pasado, supone un importante caladero pesquero y una ruta principal de las migraciones de cetáceos. Los corrales están realizados con grandes lajas de piedra ostionera colocadas de manera atizonada, que permiten la entrada paulatina del agua y arena.
Silla Manteña. Fuente: Museo Nacional del Ecuador, Quito
Estas estructuras se han observado en otras zonas del planeta como, por ejemplo, en la Península Ibérica, en los conocidos corrales marinos de Chipiona y Rota, o en Chiloé (Chile), siempre vinculados a la pesca de especies de pequeño y mediano tamaño. Estos espacios pesqueros suponen un elemento más de la interacción de sociedades diversas en el Pacífico en el siglo XVI, dentro de contextos sociales de sumisión, pero también de resistencia y adaptación.
El proyecto participará en los próximos años en la excavación del yacimiento de Cerro de Hojas Jaboncillo, al mismo tiempo que se han comenzado a estudiar los contextos materiales coloniales en la primera fundación española en la costa ecuatoriana, Portoviejo (1535). Estos últimos indican la conformación de un nuevo núcleo de asentamiento en el Centro Histórico de la ciudad. Las excavaciones han permitido identificar producciones procedentes de Panamá de mediados del siglo XVI junto a numerosos objetos en hierro.
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