El primer poblamiento del archipiélago canario fue protagonizado por grupos bereberes del norte de África en torno a los primeros siglos de la Era
Las Huesas, una necrópolis de los aborígenes de Gran Canaria
Identifican, por primera vez en la isla, evidencias de depósitos rituales de fauna doméstica en contextos funerarios
Localización del cementerio de Las Huesas, objeto de estudio, en la isla de Gran Canaria
Una vez pobladas las islas, la ausencia de contactos regulares entre ellas y con el exterior determinó el desarrollo de diferentes dinámicas sociales y económicas en cada uno de los territorios insulares, dando lugar a unas formas de vida concretas que finalizaron con la conquista el archipiélago por parte de la Corona de Castilla en el siglo XV.
En el caso de Gran Canaria, las investigaciones abordadas en los últimos años están permitiendo identificar importantes transformaciones en la sociedad aborigen a lo largo de sus 1300 años de historia (por ejemplo, Henríquez et al., 2019; del Pino y Rodríguez, 2017). Una de las manifestaciones más contundentes en este sentido es la que proporciona el estudio de los espacios sepulcrales, pues se reconocen tipologías diferentes (cuevas, túmulos y cistas-fosas) con unas particulares expresiones temporales y territoriales (Alberto et al, 2019).
Sin embargo el conocimiento disponible sobre las diversas fórmulas sepulcrales es ciertamente dispar, siendo muy limitados los análisis que en las últimas décadas han tenido como objeto de atención las cuevas. Pese a tratarse de la única fórmula sepulcral que estuvo en uso a lo largo de prácticamente toda la secuencia aborigen, son escasos los datos que se conocen sobre el desarrollo de las prácticas sepulcrales desplegadas en estos recintos y las modificaciones que pudieron experimentar a lo largo del tiempo en consonancia con el surgimiento y la convivencia con nuevas tipologías sepulcrales (túmulos entre los siglos VII/VIII y XI, fosas y cistas entre el XII y el XV).
En este marco, desde El Museo Canario se ha emprendido una revisión y relectura de excavaciones efectuadas en cuevas a lo largo de la pasada centuria, cuando se llevaron a cabo la mayor parte de intervenciones arqueológicas en este tipo de sepulturas. Ello está permitiendo explorar nuevas cuestiones entre las que destacan dos. De una parte, la inclusión de depósitos rituales de fauna y, de otra, los comportamientos funerarios desplegados en torno a los individuos de más corta edad, indagando en las transformaciones que tales prácticas pudieron experimentar a lo largo del tiempo, en tanto que reflejo de las dinámicas sociales, económicas e ideológicas protagonizadas por los antiguos canarios.
Excavación arqueológica de una de las cuevas funerarias del cementerio de Las Huesas en el año 1980. Archivo de El Museo Canario
Una de las necrópolis más significativas en este sentido es la conocida como Las Huesas, localizada en el barranco del Guiniguada (Las Palmas de Gran Canaria, Gran Canaria), a unos dos kilómetros de su desembocadura. La integran una treintena de cavidades y está vinculada a un poblado de cuevas y estructuras de piedra en sus inmediaciones. En la década de 1980 se procedió a la excavación de cuatro de las cavidades (Cuenca y García, 1980-1981). Ni los restos de fauna, ni los sujetos de más corta edad fueron identificados en el momento de la intervención, siendo recogidos con el conjunto de restos óseos humanos de individuos adultos. La revisión actual de dicho material arqueológico ha permitido identificar, por primera vez en la isla, evidencias de fauna doméstica (restos óseos de perro, ovicaprinos y cerdos) que pueden interpretarse, dadas sus características, como depósitos rituales, unas prácticas que hasta el momento no habían sido registradas en Gran Canaria.
De igual modo, este cementerio aporta también restos óseos de infantiles de diferentes rangos de edad, incluyendo perinatales (es decir, fallecidos en torno al momento del nacimiento), que comparten espacio con los restantes miembros adultos de la comunidad.
La ausencia de registros de fauna terrestre con carácter ritual así como de individuos perinatales es notoria en los contextos sepulcrales de túmulos, fosas y cistas. Habida cuenta las cronologías que tales tipologías cementeriales poseen, todo apunta a que el tiempo y los cambios sociales que pudieron tener lugar en el seno de las poblaciones aborígenes pudieran ser elementos que intervinieron, junto a otras cuestiones, en las variaciones de estas particulares expresiones funerarias.
Esternón humano afectado por mordidas de perro. Archivo de El Museo Canario
A todo ello hay que sumar un factor de orden tafonómico de gran importancia y que hasta el momento había pasado prácticamente desapercibido en las islas. Las huellas de mordidas de perro que se documentan en algunos de los restos óseos humanos que fueron recuperados en Las Huesas, permiten afirmar que estos animales afectaron el depósito cuando los cuerpos estaban en estado fresco. Las evidencias de la presencia de perro son realmente escasas en el registro arqueológico de Gran Canaria, de manera que tales manifestaciones, aunque indirectas, revisten indudable interés, poniendo a un tiempo de manifiesto los procesos posdeposicionales a los que las sepulturas en cueva se vieron sometidos.
En definitiva, el objetivo del presente proyecto financiado por la Fundación Palarq, es abordar un análisis de dataciones radiocarbónicas de los restos de fauna y de los infantiles muertos a más corta edad que se documentan en el yacimiento arqueológico de las Huesas, a partir de los cuales poder fechar estas manifestaciones e integrarlas en el marco de los restantes comportamientos funerarios. Las dataciones obtenidas contribuirán a indagar en la explicación histórica de los comportamientos funerarios que aquí se analizan y profundizar, desde una perspectiva diacrónica, en la complejidad de las prácticas desplegados por los antiguos canarios en torno a la muerte.
Dra. Teresa Delgado Darias, Dra. Verónica Alberto Barroso y Dr. Javier Velasco Vázquez
Dra. Teresa Delgado Darias (El Museo Canario)
Dra. Verónica Alberto Barroso (Tibicena Arqueología y Patrimonio, grupo de Investigación Tarha. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria)
Dr. y Javier Velasco Vázquez ( Servicio de Patrimonio Histórico. Cabildo de Gran Canaria)
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